EL CERAMISTA JULIO A. GUTIÉRREZ 

Julio Antonio Gutiérrez Samanéz, cusqueño de nacimiento, ha estudiado Ingeniería Química y también es egresado de la Escuela de Bellas Artes. Ahora su vida está entregada al arte de la cerámica. Mantiene su “Taller de Cerámica Inca”  en la Calle Inca Nro. 357 del barrio de Santiago; allí, ha instalado sus hornos, su sala de exhibiciones y un espacio para transformar la arcilla en bellos objetos como jarrones, figuras precolombinas, y una serie interesante de objetos de cerámica decorativa experimental, dando rienda suelta a su imaginario creador, jugando con las simbologías, combinando raíces, madera, dentro de un lenguaje moderno denominado arte procesal y en algunos casos minimalista.

Hemos visitado el taller de Julio, para ver y conversar sobre su labor artística y hemos hallado algunos documentos que nos cuentan los antecedentes: Este bello arte del barro cocido y esmaltado o vidriado, junto con otras muestras de la cultura hispana, habían sido injustamente soslayados por una postura anti - hispánica en nuestro medio. Sin embargo, llegamos a saber que este arte había florecido en el Cusco y en el Perú durante toda la colonia y se continuó produciendo hasta la primera mitad del siglo XX, en talleres de alfarería como el de la señora Dolores Lanao de Ruíz Caro. Era, una cerámica de barro grueso con arena y chamota, en unos casos, engobada, con arcilla blanca (falsa mayólica) o esmaltada con esmaltes de galena, pedernal, almártaga y cerusa o calcina de estaño y galena de plomo. Sobre cuya superficie vidriada y todavía sin cocción, los primeros artífices incásicos de origen noble, bajo la tutela de maestros y oficiales españoles venidos de Talavera de la Reina, Granada, Paterna, Lucerna y Manices, comenzaron a esmaltar tinajas incas, hasta dominar el arte e imprimir en las superficies de los cacharros, junto con bellos arabescos, sus sueños de libertad, su entorno cultural, las costumbres religiosas y profanas y el imaginario íntimo de su pueblo. En estas vasijas se representó el sincretismo cultural inca - español, con mayor contundencia que en la pintura religiosa, pues, pintaron escenas laicas que estaban dirigidas a la aristocracia y al pueblo, con soltura y libertad. Para nosotros no fue fácil adaptar materiales, esmaltes sin plomo, colores naturales y estudiar los diseños y estilos para reponer este arte popular y su tecnología.

Para ahondar en sus concepciones y saber algo más de su labor le preguntamos:
¿Desde cuándo empiezas el trabajo de la cerámica?

J: “Empecé la cerámica el año de 1980, cuando visité Europa (Francia, Alemania e Italia) allí conocí verdaderos talleres de cerámica muy bien implementados. Y, ahí tuve la oportunidad de hacer modelado y la propia cerámica. Conocí la magia del horneado, porque el fuego es el otro autor de la obra, de ahí depende que salgan los colores, brillos, texturas y craquelados.

¿Por qué cambias tu formación de Pintor – Dibujante, por la cerámica?

J: Porque la cerámica es un punto de encuentro entre mis dos grandes pasiones: la ciencia, la tecnología y el arte. Hay una ingeniería de la cerámica y una ciencia de la cerámica, la Ceramología. Con el tema de la cerámica, hice la tesis de Ingeniería. Luego me puse a producir. Porque la cerámica, es una de las artes completas: dibujo, pintura, escultura, modelado, entonces hay toda una estética que la sostiene. Y además estoy vinculado a la cultura milenaria andina. Sigo haciendo wacos, como hace más de tres mil años, por lo tanto me entronco a una tradición milenaria.

M: Pasemos a descubrir tu cerámica actual, cómo explicas, esa relación colonial y tradicional andina? ¿Qué muestras en tu cerámica actual?

J: Primero, estudié la cerámica precolombina hasta entender su mensaje estético; después hice escultura de retratos, waco retratos, figuras femeninas. Experimenté procesos modernos, en técnicas mixtas, un poco como soltando mi creatividad en la experiencia de nuevos lenguajes. He hecho de la cerámica un eje ordenado de toda mi creatividad, música, pintura, poesía. Porque al final el arte se resume en la poesía. Allí descubrí que faltaba reponer una vertiente cultural que era la europea- occidental. Yo hice una tesis que ganó un premio en España, que se denomina Premio Tenerife al Fomento y la Investigación de la Artesanía de España y América (2006), y después, me dediqué a este trabajo. Ahora tengo discípulos, imitadores y continuadores, esto constituye una escuela.

M: ¿Cuál es tu opinión sobre el mercado de las artes en Cusco?

J: En cerámica hay galerías y espacios dedicados a la cerámica y a otras artesanías; así como maestros importantes. Pienso que ha crecido el mercado de arte por la oferta turística, pero no estamos preparados para ofrecer obras especiales a los visitantes de alta categoría. Seguimos vendiendo baratijas.  Muy pobres. Hay mucho arte de a montón, repetitivo, turistero. Hace falta elevarnos al arte, a la pieza única, de autor.

Hasta aquí hemos llegado, creemos que en este taller de cerámica, se mantiene el hilo conductor de la tradición, con la introducción de nuevas formas, dentro de lenguajes y simbologías propositivas y el registro andino actual con la obra seria de Julio Gutiérrez. MG.


 VENTANA DE LAS ARTES                                                            


                 QORIWAMAN O HALCÓN DE ORO

Rodolfo Rodríguez es autor del cuento original y también autor, por la experiencia de haber conocido a un sacerdote andino que significó mucho para su familia y para él. Esto lo motiva a escribir y llevar a escena en forma de mimo el cuento, como un tributo. Entonces fue escribir la experiencia en forma de cuento, con el cual encontró con Anna Correa la posibilidad de descubrir un mundo nuevo, teatralmente hablando. Lo indica Rodolfo, el actor y ahora escritor cusqueño. Mientras tanto Ana Correa explica: Nosotros teníamos el cuento y sobre él, con apoyo de las respuestas de Rodolfo, se fue armando la obra: El maestro andino es el que convoca y hace sanaciones a un joven que está enloquecido en el manicomio. Entonces buscamos testimonios de jóvenes enloquecidos en los manicomios y encontramos varias referencias por drogas, pero todos sabemos que la droga es una canal. Encontramos testimonios de un licenciado del ejército. Y al final, es trabajo de creación colectiva, porque Rodolfo trae una amplísima experiencia de espacios abiertos, como actor y mimo en Cusco. Mi aporte, es el trabajo en el uso múltiple de objetos, aquí hubo un encuentro entre la textura del trabajo gestual y corporal de Rodolfo. Y, el trabajo con una cama que decidimos que sea el objeto de este loco, en este caso el papel de Amílcar (el loco) y su maestro va a ser el espíritu que va entrar y va a venir a ponerle pruebas para que él recuerde”



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