LEANDRO ALVIÑA MIRANDA, CENTENARIO DE SU MUERTE
Escribe: Abel Rozas Aragón
Hace exactamente un siglo, el sábado 3 de agosto de 1919, falleció en esta ciudad del Cusco Leandro Alviña Miranda. Nacido el 13 de marzo de 1880, vivió escasos 39 años, lo suficiente para haber cumplido una valiosísima labor artístico musical i académica, i otras un tanto ignoradas, como la cívica i política.

 Sobre su origen no se sabe casi nada. A raíz del “descubrimiento” que hicimos con Manuel Gibaja de un óleo de Manuel Figueroa Aznar en Urubamba, allá por el 80, conocimos a un personaje un tanto avejentado que definitivamente no era Leandro Alviña, como se afanaba en convencernos Luis Figueroa. Según decía, su padre siempre les había contado que el del cuadro “era el maestro Alviña, un gran músico, aunque un tanto caído en desgracia, por lo mismo que lo estimaba mucho…” Ante tal referencia, colegí entonces que pudo haber sido el papá de Leandro, don Luis Alviña, fotógrafo argentino que llegó al Cusco por el siglo XIX, i de haber sido también músico, bueno, quedaría pues completamente explicada la entrañable vocación artística del hijo, por lo visto el único. (1)

Lo que sí es fehaciente, que Leandro Alviña estudió Letras en la Universidad de San Antonio de Abad del Cusco en los años de entre siglos i en 1908 se bachilleró con la tesis “La música incaica”; once años después, en 1919, la ampliaría para su doctorado, que por desgracia no se cristalizó precisamente por su muerte tan prematura: “La música Incaica. Lo que es i su evolución desde la época de los Incas”. Pese a ello, con estos trabajos pioneros, sumados a los de José Castro Miranda, otro músico “cusqueño” de la época i descubridor en junio de 1897 de la “Pentafonía en la música incaica”, empezó la Musicología en el Perú que luego sería expandida, por ejemplo a Lima, por el notable músico huanuqueño Daniel Alomía Robles que vivió en nuestra ciudad de 1916 a 1918.
En el campo eminentemente musical, Leandro Alviña fue un excelente violinista, concertino de la “Filarmónica del Cusco”, una pequeña orquesta de cámara que funcionó de 1910 a 1920 dirigida por Ramón Herrera, pianista cusqueño formado en el Conservatorio de Milán durante ocho años, i siendo su presidente (i quizás gestor) nuestro ya conocido José Castro Miranda que también había estudiado música en París. Un aviso publicitario de abril de 1902 así lo sugiere: “Presidente de la “Sociedad Filarmónica” y profesor de música en los colejios -sic- nacionales de Ciencias y Educandas…” (2).      
No obstante, es en la composición musical donde la personalidad de Alviña trasciende mucho más, pese a las poquísimas obras que han perdurado. Así hasta 1984 sólo se le conocía su famoso “Canto de las ñustas”, lo cual resultaba ilógico precisamente por la lograda factura de la canción. Ese año, a raíz de la “Antología de la Música Cusqueña, siglos XIX-XX”, cuya edición dirigimos, “aparecieron” otras dos composiciones suyas que lo reseñamos con algarabía: “Gracias a Ricardo Castro Pinto i Max Galdo Gamio, dos apasionados coleccionistas i conservadores de partituras i obras musicales, se han descubierto pues hasta el momento dos nuevos títulos, de puño i letra del propio autor: “La Indiana”, romance de tiple, con acompañamiento de piano, i “Leandro Alviña” -¡¡Sí, el mismo Mto. Alviña compuso una obra con su nombre!!-, marcha para piano.” (3) I allí quedó todo. A propósito, don Santiago Lechuga Andía, gran mecenas del arte cusqueño por la década del 70, nos contaba que “sí, el maestro Alviña era un tanto altivo i arrogante, que caminaba con tarro i levita…” Fue su profesor de música en el Colegio de Ciencias.
Paralelo a toda esta gran labor artística i académica, hay otra fase de Leandro Alviña Miranda que sorprende i es poco conocida: su inquietud social que luego le llevaría al campo cívico i político, acorde al gran movimiento indigenista que le tocó vivir que, como sabemos, se inició en nuestra universidad antoniana con la famosa huelga del 13 de marzo de 1909, donde participó activamente al interior de la “Generación La Sierra” o sencillamente la gran “Escuela Cusqueña”. Lo dice  Manuel Jesús Aparicio: “…i entre los “estudiantes” hay un crecido número de olvidados, algunos de ellos son: Leandro Alviña, Maximiliano Rendón, Mariano Gibaja, Miguel Angel Nieto, Santiago Astete Chocano…” (4) Dicho sea de paso, ya bachiller en 1908, de inmediato inició estudios en las facultades de” Jurisprudencia i Ciencias Políticas i Administrativas” junto a Luis E. Valcárcel i Uriel García. Casi nada.
I fue entre 1918 i 1919, vale decir en sus últimos años de vida, que asumió la prefectura del Cusco por encargo del Partido Liberal de los hermanos Juan i Augusto Durand, por recomendación de Luis E. Valcárcel que, por su parte, se había lanzado de candidato a diputado por Chumvibilcas. Lo dice en sus “Memorias”: “Uno de los primeros pasos fue designar un prefecto adicto a nuestra causa que impidiese se entorpecieran las actividades del candidato. Fue nombrado Leandro Alviña, un magnífico violinista, pero que como autoridad política no resultó eficiente para la lucha electoral que se presentaba con matices de violencia.” (5)
Así, en medio de tan intensa actividad pública, cultural i artística le sobrevino la muerte, al parecer, como resultado de un momento crucial que pasaba en lo “personal” o familiar (un tanto postergado). Lo único que sabíamos era que se casó el 5 de mayo de 1910 con la señorita Rosario Garzón Agesta; ya después, gracias a la valiosa información del músico arequipeño Manuel Castro Basulto, conocimos en 1980 en dicha ciudad a doña Consuelo Alviña Garzón, hija única, póstuma, de don Leandro. No tenía mayores referencias de su insigne padre, aunque sí un legítimo orgullo “por todo cuanto le contaban de él, como usted lo está haciendo…”  I en tal contexto, traemos a colación a Carlos Raygada que resume el caso: “…pero enferma de neumonía, i cuando ya parecía conjurado el mal, su débil organismo, puesto a prueba en el desorden a que se había entregado a raíz de cierta crisis sentimental, lo traicionó violentamente, dando fin a su promisoria existencia.” (6) Ah, i entonces, según lo escuchamos en reiteradas ocasiones de voces diversas, bajaron a su lecho de soledad algunos buitres i se llevaron todo cuanto pudieron, también sus composiciones. En verdad, una existencia azarosa, de intelectual o de artista, según dicen.
A la fecha, desde 1959, acorde a ser el “Alma Mater de la Música Cusqueña”,  el Instituto Superior de Música Público del Cusco perenniza  su nombre en acto de real justicia histórica i cultural: “Leandro Alviña Miranda”.
NOTAS
(1)         Sin embargo, ahora último, hemos sido advertidos que sí tenía una hermana que ingresó al monasterio de Santa Catalina en el Cusco, como monja de clausura.
(2)         Foto/fax enviado por Raúl Chaparro Serrano, nieto sobrino de José Castro, sin precisarnos la fuente.
(3)         “Música Cusqueña”, El Comercio, Cusco, 29 de marzo de 1984, p. 2.
(4)         Manuel Jesús Aparicio, “Cuscología i sus orígenes”, Cusco, p. 103.
(5)         Luis E. Valcárcel, “Memorias”, Lima, 1981, p. 236.
(6)         Carlos Raygada, “Guía Musical del Perú”, citado en “Tiempo i espacio”, Instituto Superior de Música “Leandro Alviña Miranda”, Cusco, 1981, p.23.
VENTANA DE LAS ARTES
OPINION
“LO INDÍGENA” COMO CIRCO EN EL REGRESO DE LA INTERCULTURALIDAD
Hay aportes desnaturalizados o chauvinistas sobre el tema; pero este comentario de Aura nos parece que va a inquietar a quienes discuten el problema del uso de términos, a veces errados e inaplicables, pero por el uso permanente han ingresado al lenguaje de los especialistas, por eso nos interesa comunicarlo en una síntesis apropiada, leamos lo que dice: Aura Cumes: “En el Año Internacional de las Lenguas Indígenas (2019) resucitó con fuerza algo que pensé que habíamos dejado en el pasado, la famosa “interculturalidad”, entendida como neo-folklor, un mecanismo usado cómodamente desde el poder para pacificarnos a los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes, generando la percepción de que se nos está “incluyendo” en un mundo hecho a su medida. Una pequeña muestra de lo ridículamente evidente es que el Organismo Judicial celebrará el año internacional de las Lenguas Indígenas con la “Primera Feria Intercultural” que incluye: “Muestras gastronómicas”, “Danzas Interculturales”, “Exposición de Productos Tradicionales” y Juego de Pelota Maya. Vaya creatividad la de estos letrados, al estilo actividad de escuelita primaria-colonial. Pero dejemos el asunto de la creatividad y enfoquémonos en el provecho que el poder saca de ello. Por desgracia, basta un poco de circo, para que algunos indígenas se olviden que les están devorando lentamente hasta la dignidad. Así vemos a nuestra gente adornando las mesas de sus devoradores antes de que sus colmillos se ensarten en sus cuerpos. Y es que ahora, después de mucho pataleo, los patrones han aceptado que ya no se puede “excluir a sus sirvientas y a sus mozos indígenas”, porque el mundo moderno es “intercultural”. Ahora, hay que “incluirlos” y aceptar que hacen ricas comidas, que bailan curioso y que sus coloridas ropas siguen siendo un buen negocio. No puedo entender que pasa por la cabeza y el corazón de esos funcionarios indígenas que usan a otros indígenas y afro-descendientes como personajes de circo para divertir a los patrones. Me imagino a las funcionarias y funcionarios kaxlanes en primera fila y a los “negros” e “indios” bailando enfrente para divertirlos. Me imagino a nuestra gente ofreciéndoles nuestra comida a los kaxlanes y a éstos haciendo muecas de condescendencia y de asco a la vez antes de comérsela. Los saqueadores están urgidos de mecanismos de pacificación para poder seguir robando y haciendo negocios con nuestras vidas y con nuestros bienes sin encontrar oposición. Y por desgracia siempre hay indígenas que no quieren saber de su historia, que no tienen memoria, que no tienen vergüenza, que no tienen dignidad al vender a su Pueblo. El folklor ya no es exclusivo del Ministerio de Cultura y Deportes y de los empresarios oportunistas; líneas similares a las del Organismo Judicial y la Corte Suprema de Justicia siguen la Defensoría de la Mujer Indígena (DEMI), el Fondo Indígena Guatemala (FODIGUA), por mencionar algunos entes indígenas, que con sus tristísimas agendas evidencian el éxito de estas instancias para reforzar al Estado colonial. Seguro y por desgracia tendremos más circo para este “Gran año Internacional de las Lenguas Indígenas”, y esto no sería posible sin el apoyo de la cooperación internacional que favorece la agenda de pacificación de los Pueblos Indígenas.”

Exposiciones
KCAURI EN LA MIRADA DEL RETORNO
Se viene preparando una muestra sugerente,  titulada “Kausasaykun” (estamos aun viviendo) es decir se ejercerá un trabajo colectivo entre tres artistas formados, Marion Albrech, Michael Albrech y Manuel Gibaja e integrando por los comuneros de Kcauri. Es decir está encaminada a un trabajo colectivo de las expresiones artística andinas tradicionales y una mirada contemporánea, todo elaborado con el tema de este centro poblado andino de Kcauri ubicado en las alturas del distrito de Ocongate.  Por lo que también hemos observado que se pueden encontrar procesos similares en el escenario cultural, pero más difíciles de describir. Los festivales y las costumbres que alguna vez estuvieron firmemente anclados en el círculo anual y en la vida cotidiana se están abandonando debido a que se difunden nuevas modas, una forma más individualizada de vivir y el cambio de ideas religiosas.
 Por un lado, esto crea nuevas libertades individuales, pero igualmente dependencias, porque los medios financieros, los medios de comunicación y la educación no son suficientes para una existencia completamente nueva. Queda el hecho: La cultura cambia y también la vida del individuo. Así, hemos resuelto parte de lo que seguiremos haciendo, nuestras expresiones artísticas no son el resultado de la improvisación, sino del compromiso con la vida que nos rodea, con los olvidados de la tierra, con ellos que son la reserva de la tradición cultural del ande, de ellos también aprendemos a caminar. Como resultado de esta experiencia, se anuncia que el 16 de este mes se ofrecerá la muestra colectiva en la Sala de Exposiciones del Museo de Arte Contemporáneo del Cusco, contando con el apoyo de la oficina de Industrias Culturales de la Dirección Desconcentrada del Cusco.


Comentarios

  1. Gracias por la información brindada sobre el maestro Leandro. Como complemento, esta pieza ha sido interpretada por numerosas sopranos de coloratura, desde Siwar Q'ente hasta Hatun Killa, siendo esta una de las canciones más representativas de la lírica andina.
    Adjunto una lista de canciones donde se incluye a esta grandioso fox incaico: https://www.youtube.com/channel/UCFKnKRWHlMhx6vBPskGvtBw/playlists?view=50&sort=dd&shelf_id=5

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