LOS MONOLITOS DE CHOQUEPILLO EN CHUMBIVILCAS
Hace algunos años recorrimos el increíble
territorio de la provincia de Chumbivilcas (Cusco), registrando costumbres,
paisajes, centros arqueológicos y toda imagen natural que nos sorprendiera para
testimoniarla en una foto. Lo que en esta ocasión vamos a tratar es sobre los
restos arqueológicos que hemos conocido y que se preservan aún en algunas
colecciones privadas o en una vitrina de la municipalidad. Muchas de estas
piezas se hallan todavía abandonadas en sus sitios de los centros
arqueológicos, como, por ejemplo, un hermoso monolito de más 1.50 metros de
largo por unos 80 centímetros de ancho ubicado en Livitica.
Puka Q’aq’a y los monolitos de Choquepillo en Livitaca
Están en el centro poblado de Totora,
ubicado al noreste de la provincia de Chumbivilcas, en una planicie solitaria
de viejas casas de adobe, cerca del río Apurimac. Totora también recibe el
nombre de Lambrampata, pertenece políticamente a Livitaca y está ubicada en la
intersección de las coordenadas: latitud 14.1581 y longitud: 71.5969. Es un pequeño
centro poblado de iglesia abandonada, sus pobladores suman solamente 371 y
deambulan por sus calles trazadas por su propia naturaleza pueblerina. Lo que
nos conmociona de Totora son dos elementos: Puka Q’aq’a y los monolitos de
Choquepillo, importantes vestigios culturales ancestrales.
Puka Q’aq’a
Desde Totora, es un escenario de peñolerías
de color rojo, diseminado armónicamente en un ámbito de más de 5,000 metros
cuadrados. Parece un bosque espectacular de formaciones pétreas naturales, como
si fueran torres talladas o candelabros gigantes en piedras rojizas en cuya
parte superior se han incrustado pequeñas piedras azulino-verdosas. Se elevan a
diversas alturas entre 50 y 80 metros aproximadamente, “talladas por el tiempo,
el viento y las lluvias”.
LOS MONOLITOS
Los monolitos de Choquepillo están ubicados
en Waca Rumi, en el abra, sujetos a la intemperie, en el lugar de las
apachetas, de las Pukaras. Muy pocos han dado explicaciones acertadas. Este
lugar alberga vestigios de arquitectura antigua, quizás Inca, Wari o
Tiawanacota; no nos atrevemos a dar una afirmación contundente. Sigamos con
nuestra descripción.
Estas monumentales esculturas antropomórficas
talladas en piedra yacen hace siglos en posición cúbito dorsal. Han sido
descabezadas o decapitadas por creencias de bárbaras maldiciones que aún
recorren oralmente en estos espacios andinos. Estas piezas monolíticas tienen
similitudes con las de Pukara, Huari y Tiawanaku, que también han creado una
serie de monumentos parecidos.
Los monolitos son de considerables
dimensiones: 105 centímetros de largo (sin cabeza), 52 centímetros tiene la base,
la cintura 70 centímetros. Muestran escasa iconografía, solo formas asimétricas
de grabados geometrizados triangulares en los laterales, algunos prolongados y
continuos con relieves sutiles. La posición de la figura muestra los pies y las
rodillas apegadas, las manos con dedos juntos se posan suave y simétricamente a
la altura de la cintura, sin llegar a un contacto con la otra mano, no son nada
circunstanciales, deben decirnos mucho por tratarse de personajes importantes.
Son dos figuras, por lo tanto hay paridad
o signos duales, ambas figuras son similares y han debido estar juntas en algún
lugar privilegiado de esta montaña como imágenes gemelas, quizás hombre y mujer
o parejas complementarias.
Se cuenta que los monolitos tiawanaquenses
datan entre los 150 y 400 años antes de la era cristiana. Es decir en el
período del formativo tardío.
Desde este lugar, dominan las cumbres en
un extenso panorama andino con el valle más profundo del Apurímac, las montañas
y la culebreante carretera que algún día llegará a este lugar para convertirse
en un atractivo turístico de primer orden.
Se dice que otra estatua de este estilo
fue trasladada a Cusco para ser obsequiada a Manuel Prado, expresidente del
Perú, (1939-1945) por Nicanor Molero; sin embargo, esta no llegó al destino,
fue abandonada a su suerte. Después el Dr. John Rowe la identificó como un
monolito de estilo Pukara.
VENTANA DE LAS ARTES
EXPOSICIONES
GENERACIONES
El día Miércoles
11 de Octubre a las 7 p.m. en el Centro Cultural de la USIL - calle Pampa del
Castillo 405 será la inauguración de la exposición artística individual : Generaciones
de la pintora cusqueña Natalya Lizárraga
Natalia Lizárraga
es una joven pintora y artista gráfica cusqueña egresada de la Escuela Superior
Autónoma de Bellas Artes Diego Quispe Tito (Cusco) y ya ha presentado más de
una docena de muestras individuales en su ciudad natal, entre las cuales
destacan “Cortocircuito”, realizada en el templo Qorikancha en 2007 y
“Perspectro”, muestra que se presentó en el Museo de Arte Contemporáneo del
Palacio Municipal del Cusco en 2009, entre otras; ahora nos presenta
Generaciones, donde con su talento, evoca con el uso del color y la forma a la
familia, las mujeres en su vida y el futuro con nuevos amaneceres.
CONCIERTOS
FESTIVAL INTERNACIONAL DE COROS
La Dirección Desconcentrada de Cultura de
Cusco y la Asociación de Amigos de la Música presentaron el XIX FESTIVAL INTERNACIONAL
DE COROS, que se realizó del 4 al 7 de
Octubre.
En el programa de hoy sábado 07 de
octubre:
Clausura del XIX Festival Internacional de
Coros.
Iglesia de la Compañía de Jesús.
19.00 horas.
I PARTE:
Presentación a cargo de la Orquesta
Sinfónica del Cusco.
II PARTE
Palabras a cargo del Mtro. Abel Gonzales
Valenzuela, presidente y fundador del Festival Internacional de Coros.
Palabras de Clausura del XVI Festival
Internacional de Coros a cargo del Director del Ministerio de Cultura
III PARTE
Presentación de la Cantoría Final.
Participan todos los coros invitados.
Aprovechen el último día de este tan
aclamado festival, la entrada es libre.
TEATRO
CUANDO SUENAN LOS JIWAYROS
La Asociación Cultural Q’ente, nos
presenta nuevamente su obra: “Cuando suenan los Jiwayros”, que narra la
historia de una bailarina contemporánea originaria de Qora Qora (Ayacucho,
Perú) víctima del conflicto interno (1980- 2000) quien queda lesionada de por
vida durante una protesta en Huamanga en la que, además, pierde a su marido.
La historia deja ver cómo, a pesar de
todo, María Dolores, sostenida en los principios espirituales del ande que la
vio crecer, logra sanarse el alma y decide seguir bailando en nombre de su gran
familia. El 12 de octubre a las 18:00 hrs, recomendado para mayores de 12 años.
Autor y dirección: Tania Castro Gonzales
ERÉNDIRA - UNIPERSONAL DE TEATRO Y NARRACIÓN
Este sábado 07 de octubre a las 7.30pm en
La Esencia. Limacpampa Chico 400, se presenta la adaptación libre del cuento de
Gabriel García Márquez, "La increíble y triste historia de la cándida
Eréndira y de su abuela desalmada”
"Eréndira" es la historia de una
travesía por el desierto colombiano de dos mujeres: Eréndira y su desalmada
abuela. Un viaje en el que ambas descubrirán sus humanas complejidades, lo
hermoso y trágico del amor, de los sueños, los recuerdos, la libertad y la
opresión.
Este es un espectáculo que mezcla teatro y
narración en un unipersonal interpretado por Dalia Ivanova y dirigido por Hugo
F. Salazar.
ENTRADA 10 soles.
LOS COLORES EN LAS ANTIGUAS SOCIEDADES DE LA COSTA
CENTRAL DEL PERÚ
Por Francisco Vallejo Berrios
El tiempo y la poca información a veces
nos hacen pensar en las sociedades del antiguo Perú como sociedades grises
carentes de colorido. Por el contrario, muchas culturas destacaron por el
empleo de una gama amplia de colores y más bien se especializaron en cómo
obtenerlos, procesarlos y aplicarlos.
En muchas culturas prehispánicas del
Antiguo Perú y en particular de la región central, los colores eran parte
esencial del contacto con las divinidades y por ello decoraron sus templos de
manera suntuosa con una gama amplia de colores. Para estas culturas, el mundo
sobrenatural lo imaginaron lleno de colores intensos. En Garagay por ejemplo se
han encontrado hasta ahora, en los recientes descubrimientos del arqueólogo
Hector Walde, el uso de nueve colores en los frisos chavinoides de hace 3,500
años; entre ellos: blanco, negro, morado, plomo o gris, celeste, dos matices de
amarillo y otros dos de rojo. Incluso se aprecia en estos frisos un manejo
avanzado de los colores para aumentar la perspectiva y el volumen del diseño.
El mundo sobrenatural de los antiguos habitantes del valle de Lima era colorido
y variado, por eso sus representaciones artísticas consagradas a las deidades
tenían que ser así. Pero no siempre se usó esa gama de colores con tanta
libertad y variedad, pues otras culturas más bien destacaron por su sobriedad o
monotonía cromática en su arquitectura.
Los colores no solo eran parte decorativa
de los templos, pues también se asociaron son prácticas mágico religiosas
diversas. Fue común el empleo de diversos elementos mágicos que solían
acompañar a casi todas las ceremonias rituales, entre ellos varias clases de
polvos de colores. Villagomez resaltaba los polvos llamados paria o polvos
colorados bermellón que traían de las minas de azogue de Huancavelica (el
famoso aunque tóxico cinabrio). Además de su utilidad mágica, según Fray Martín
de Murua, reverenciaban “...al azogue o bermellón que llaman ychma, y llimpi,
que eran muy preciados para sus subpertivciones”. Murúa también señalaba “...y
con otros colores de tierra se embadurnan las caras en tiempo de fiestas o para
otros fines malos, añadiendo ceremonias”.
La relación, bastante sugerente, entre el
nombre de estos polvos, conocidos como ichma o ychma, con el Señorío o
territorio Ychsma, había sido ya advertido por la etnohistoriadora María
Rostworowski y es por lo tanto bastante probable, que uno de los atributos
físicos de Pachacamac o en su antiguo nombre Ychma, sea precisamente este
color. No es casual por ello, que muchos de los revoques y paredes de piedras
del llamado Templo Pintado, empleen una pintura exactamente de este color rojo
encendido.
Es quizás en los textiles prehispánicos
donde más se resalta la variedad de colores. Al respecto es posible precisar,
aunque sea muy provisionalmente, algunos elementos estilísticos o decorativos
que identifican a los textiles de la cultura ychsma, como la recurrencia al uso
combinado de campos de color marrón y celeste, en tonalidades muy particulares
que identifican a los tejidos ychsma. La búsqueda del color para el empleo en
textiles entre los antiguos indígenas peruanos se trasladó incluso al trabajo
genético y selección de los algodones nativos. Se ha reportado al respecto que
existía una gran diversidad de colores naturales en los algodones nativos
peruanos como los colores blanco, beige, marrón, marrón rojizo, lila, pardo,
rojizo, rojo anaranjado, azul amarillo y verde, así como otros con muchas otras
tonalidades y variantes. Raimondi mencionaba en el siglo XIX por ejemplo que entre
los hablantes quechuas de Loreto se conocían tres variedades de algodón nativo
de color: el algodón blanco o yurac utcu; el algodón amarillo o quillu utcu y
el algodón pardo.
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José
Manuel Ramírez García
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