FORMA
POESÍA CON SUSTANCIA ESPIRITUAL
Ricardo Torres Gavela retorna a Cusco
M.- Ricardo siempre vuelve
después de unos años; cuarenta años han pasado desde la primera llegada; hubieron
segunda, tercera, cuarta y quinta. Viene regando su palabra en el trayecto de
su vida por estos caminos latinoamericanos. Palabra de poesía: poesía con
Medicina, profesión con la que comparte su tiempo. ¿Cómo le da la posibilidad a
la palabra escrita para que convierta en poesía? ¿De cómo resume su viaje,
Ricardo, por ese caminar por el mundo del arte, puedes hablarnos?
R.- Me es importante Cusco porque Cusco es Quito
y Quito es Cusco. Porque vengo acá y me encuentro con Manuel Gibaja, y Manuel
está aquí y está allá; no es que se sea ubicuo, sino que hay personas de tan
grande magnitud espiritual, que los vemos aquí y allá, en nuestras ajenas ciudades,
que van siendo grandes ciudades en extensión, y magnas por su origen,
construidas por hombres y mujeres cuyos magníficos espíritus hacen de estas
ciudades perennes seres Andinos; ciudades en que la poesía está presente en la
construcción de su vivencialidad, en el esculpir de la piedra, en la labranza
de la tierra, en lo escatológico de los vientos, a través de los siglos, además
de la riqueza existente en lo cotidiano, en los pequeños mundos que nos habitan
y en los que habitamos, yo siento que
habito en Cusco y que Cusco habita a mí.
M.- ¿Cuál es la verdadera
función de la poesía, es verdad que sacude el alma, que conmueve el espíritu o
es solamente estética pura; qué pretende la poesía hoy, o la poesía tuya, o la
poesía ecuatorial?
R.- No creo que la poesía
pretenda nada, no creo que tenga deseos, ni ganas de hacer nada, es intangible;
puede haber personas que la utilicen, la trituren, la hagan divisa de banca;
pero a mí, la poesía me ha brotado como
esa frescura que vemos y sentimos en las fuentes de agua, del muy adentro, fenómeno
del cual no podría dar explicación; es algo no aprendido, diríase “inspiración”,
“iluminación”, esa inspiración permanentemente que encontramos en los hechos cotidianos, esa iluminación y
profundidad que emerge del UNO mismo, de lo interno, y que poco a poco, como en
la orfebrería, se producen mezclas y aleaciones
de hechos, pensamientos y afectividades, y en el punto exacto de la alquimia se capta el uno mismo en los demás, en la
fuente, en el adentro; es un golpe sísmico
que puede ser: en un momento la voz de la palabra dicha, y en otro, que puede ser complementario, la
voz de la palabra escrita; y así nace un poema, sin mediar cálculo, sin
necesidad de que uno tenga que acudir a una serie de formateados
estéticos. De ahí a lo local, a lo del
ecuatorianismo o de lo que es la poesía ecuatoriana, no tengo la menor idea; he
visto que, como en todas partes, hay un
montón de versificadores, yo he topado con todo tipo de estilos, palabreros y recitadores de toda ralea, pero conozco
pocos, muy pocos poetas.
M.- A modo de ampliar el
concepto, yo como pintor he tenido la experiencia de que cuando he pintado algo, el propósito que
tenía no ha causado el efecto propuesto en
la visión del público, más bien han visto cosas que no había intentado expresarlo,
ellos descubren emocionados esa parte escondida del lenguaje pictórico; algo así
ha sucedido con tu poesía, alguien te ha escuchado leer un verso tuyo y sentir
de tu voz esa palabra escondida que ha removido sus emociones, ha sacudido el
alma del otro?
R.- Tomando en cuenta que me
he empeñado, dentro de la creatividad poética, en mostrar o decir la poesía que
toque a los seres que me circundan, que diga cosas y hable de los hechos que
nos afectan, que sacuda las conciencias, la gran anécdota de este oficio es el
hecho de que la actividad poética me llevó, después de haber labrado aquí en el
Cusco como en Quito, ese poemario que se llamó Mientras las Cadenas Danzan sobre el Cadáver, esos versos
realizados con esa sustancia espiritual,
me llevaron, digo, a guardar prisión y, en otros momentos, otra anécdota
sucedida fue el hecho de que aquéllos otros poetas, cuando en alguna vez alguna
institución me ha invitado, a fuerza de remorderse la consciencia de quienes
hacen cultura en el Ecuador, en otro momento, habiendo sido invitado y estando en lista para decir un verso al
público, aquél poeta (poeta digo yo), aquél individuo que estuvo diciendo
versos en esa misma mesa, en exabrupto infame, quiso impedir que yo diga o
manifieste mis versos ante el público, justamente para ese público que al oír
la poesía abre los ojos, se lamenta cuando se siente aludido, se enfurece
porque oye que la poesía no solamente es esa meliflua sinfonía “sin fon
ni son”, de palabras traídas de por aquí y por allá, y al decir de Mayakowski, son
poetas que hacen versos con palabras “traídas
del verso propio y del verso ajeno”.
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