
PANDEMIA, ENTRE LA
VIDA Y LA CULTURA
¿Cómo reaccionamos
los humanos cuando el riesgo de muerte nos sacude el alma? Esta es la
interrogante que seguro muchos de nosotros nos estamos haciendo en esta etapa
de retiro forzoso.
En este maremágnum
de gentes, presos de profundo desconcierto, nos han convertido en seres
sensibles, por ello, enviamos mensajes de afecto, de confraternidad y
solidaridad; otros caen en estados de depresión, se sienten encerrados,
cautivos, en esferas difíciles de abrir, de franquear y explicar, algunos
observan sus bienes y su dinero sin saber qué hacer.
Y en este contexto,
pleno de mil interrogantes, aquellos valores morales que sustentan nuestra
sociedad y que estábamos perdiendo, consciente o inconscientemente, los hemos
empezado a percibir con claridad.
Es que observando
la realidad nos damos cuenta y tomamos consciencia de que estábamos viviendo
una situación de grave envilecimiento del género humano, una podredumbre humana,
una competencia desenfrenada por quien tiene más; quien gana más; un todos
ambicionando tener, comprar, adquirir, acumular, pero no dar, no compartir, no
ayudar.
Así asistimos al
descubrimiento de un escenario que nunca hemos querido ver: El escenario
deprimente e indigno de la pobreza que, al abrir sus telones, nos muestra la
descarnada y vergonzante situación de la condición humana, esa realidad que
nunca hemos querido percibir.

Quién sabe, si
recién el hombre reconoce el valor de la amistad y la cooperación; el valor de
su terruño y su comunidad, planteándose dudas sobre la vida, sobre esta efímera
existencia humana a la que uno se aferra, sin valorarla en su sentido humano.
Y mientras tanto,
allá afuera, la pandemia, luego de mirarnos con indolente compasión, suelta una
sardónica carcajada que remece a los hombres creadores de esta guerra económica
que alzará más a los poderosos y sepultará a los miserables, para que se
sacudan las ambiciones, compitiendo más por su caudal y su pose política.
En este ambiente
real, han retornado la literatura y los poemas del dolor humano; se lee a
Vallejo, Camus, Kafka y otros, que habían experimentado estos ramalazos humanos
de pandemias en otros tiempos difíciles; guerras fratricidas, que nosotros nunca
vivimos; conflictos y conflagraciones por territorios; enarbolando patriotismos
necios; matando y muriendo por algunos palmos de tierras en guerras creadas por
intereses económico sociales.
Hoy por hoy, las
grandes potencias mundiales compiten por ser los dueños del mundo;
manipulan discursos estériles, analizan a su modo y conveniencia las
catástrofes económicas; miran con desprecio a los que trabajan al día, sin
saber qué hacer.
Pero esta situación
que pone al mundo al borde del abismo económico dará al traste con el
neoliberalismo, produciendo una situación nueva para la humanidad, un desafío
para las naciones.

Y por nuestra parte
¿Justipreciamos por sus actos de entrega a salvar vidas arriesgando la suya
misma? ¿Tenemos la compasión y el respeto por el otro, cuando aplaudimos y
agradecemos por su trabajo?, pero no respetamos las reglas impuestas para
evitar la propagación del virus. Y salimos a la calle sin pensar que ese acto
puede significar la muerte a una persona.
En el olvidado
contexto de la vida rural, ¿Acaso no vemos en absoluto silencio y sin apreciar
debidamente el trabajo, la vida y condición de los campesinos que producen los
alimentos? ¿Acaso ellos no son los principales aportadores a nuestro consumo
diario?
La vida está dando
un giro contundente; esta crisis está generando replanteamientos, algunos
contradictorios, otros positivos e interesantes, por ejemplo: Vivir
compartiendo todos; que las industrias se conviertan en serviciales, sociales y
humanitarias, dejando de lado el desmedido afán de lucro.
Dejaremos de darnos
la mano, estaremos atrapados a las tecnologías, a la televisión y la radio, se
suma la Internet, las videollamadas y los contactos lejanos ¿será posible que
esto nos deshumanice más?
El clima sonríe
purificado, el cielo de puro azul, despejado, fresco. Los animales ingresando
libremente por las ciudades, la capa de ozono reducida; pero ¿apenas retorne la
calma volverán las emisiones de monóxido envenenando nuestro mundo?
Se abre un camino
preocupante. Ojalá que seamos una sociedad más abierta, sin competencias
desiguales. Con una atención médica horizontal y universal, con mercados que
sirvan a la gente sin discriminación, un país sin corrupción en su sociedad,
alejando por y para siempre de la pandemia política.
¿Y cuál es y será
el papel de la cultura en esta crisis? Estoy seguro, será el aporte de los
creadores del arte, de los escritores sensibles, de los buenos artistas
visuales; ellos, llegarán con el planteamiento positivo y crítico, porque la
cultura es un medio de identidad, de conocimiento y, sobre todo, de reflexión.

Para abrir nuevos
horizontes de esperanza, será el arte, la mejor herramienta contra el
desaliento. Por eso, en este tiempo de retiro obligado, aclamamos que el arte deje
de ser un calificado entretenimiento; y que la lectura casi obligada, se
redoble en las casas, y que el arte se convierta en la piedra angular de una vida
nueva, haciendo del amor un arma subversiva que encamine y encauce al ser
humano, por la senda de ideales nuevos. MANUEL GIBAJA
VENTANA DE LAS
ARTES
Opinión
REFLEXIÓN
NECESARIA
Escribe: Pablo
Ojeda Vizcarra

Nacemos con
tendencias que vienen de milenios atrás. El inconsciente colectivo nos hace ver
la similitud de reacciones emocionales, sin distingos étnicos ni de clases
sociales. Abrimos los ojos a la vida con valores y desvalores innatos. Tanto
por su naturaleza como por razones culturales el ser humano es víctima de
sistemas políticos injustos que perviven desde tiempos remotos hasta este 2020.
Hoy por hoy, con el satánico grupo de multimillonarios que dirigen el Nuevo
Orden Mundial (leer a Noam Chomsky, Daniel Estulin, Walter Graziano Esteban
Cabal, Foster Gamble y el Portal Libertario, entre muchos otros).
Los halagos que la
mundanidad ofrece al ser humano son atractivos, insinuantes y de éxito
material. Un carnaval de emociones mal sanas. En el fondo: vacío existencial,
rutina que desemboca en tedio, por más que se tenga poder político y económico.
Superar esa caótica
situación social, de este 2020 para el futuro, requerirá de mentes abiertas
para librarse de ideologías inoperantes, así como de la soberbia de
intelectuales. En lo posible, asimilando las valiosas propuestas de la Ciencia
Post Materialista (2014). Y, emocionalmente, conociendo valores no sólo humanos
sino espirituales. Todo esto, para los que tienen ojos para ver, como dice una
sentencia sabia.
RECORDACIONES
EL CHOLO NIETO

Su poesía
encandilaba a quien lo escuchaba, tenía una voz potente, sus versos sacudían el
alma y el pensamiento de quienes queríamos la trasformación y la igualdad
social, también recurría a la poesía romántica andina, así como sus versos
sociales y revolucionarios, de ahí surgen: “Velero del Corazón”, “Canto al
Cusco y a sus piedras sagradas”, “Los poemas
perversos” (1932), “Puños en alto” (1939), “Mariátegui” (1942, 1948). Pero no
solo fue poeta, sino cronista, periodista y ensayista, con un sesgo notable de
una ideología revolucionaria, que lo lleva al destierro a Bolivia y a Chile; en
Iquique publica “Puños en Alto”, después es invitado a Uruguay y Argentina. No
olvidemos que fue autor de las letras del Himno al Qosqo. En Cusco, crea el
semanario Jornada (1940), en este período crea “Charango”, un poemario que lo
retrata en su pensamiento y en su compromiso con el Cusco.
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