LEANDRO ALVIÑA MIRANDA, CENTENARIO DE SU MUERTE
Escribe: Abel Rozas Aragón

Sobre su origen no se sabe casi nada. A raíz del “descubrimiento” que hicimos con Manuel Gibaja de un óleo de Manuel Figueroa Aznar en Urubamba, allá por el 80, conocimos a un personaje un tanto avejentado que definitivamente no era Leandro Alviña, como se afanaba en convencernos Luis Figueroa. Según decía, su padre siempre les había contado que el del cuadro “era el maestro Alviña, un gran músico, aunque un tanto caído en desgracia, por lo mismo que lo estimaba mucho…” Ante tal referencia, colegí entonces que pudo haber sido el papá de Leandro, don Luis Alviña, fotógrafo argentino que llegó al Cusco por el siglo XIX, i de haber sido también músico, bueno, quedaría pues completamente explicada la entrañable vocación artística del hijo, por lo visto el único. (1)
Lo que sí es fehaciente, que Leandro Alviña estudió Letras en la
Universidad de San Antonio de Abad del Cusco en los años de entre siglos i en
1908 se bachilleró con la tesis “La música incaica”; once años después, en
1919, la ampliaría para su doctorado, que por desgracia no se cristalizó
precisamente por su muerte tan prematura: “La música Incaica. Lo que es i su
evolución desde la época de los Incas”. Pese a ello, con estos trabajos
pioneros, sumados a los de José Castro Miranda, otro músico “cusqueño” de la
época i descubridor en junio de 1897 de la “Pentafonía en la música incaica”,
empezó la Musicología en el Perú que luego sería expandida, por ejemplo a Lima,
por el notable músico huanuqueño Daniel Alomía Robles que vivió en nuestra
ciudad de 1916 a 1918.
En el campo eminentemente musical, Leandro Alviña fue un excelente
violinista, concertino de la “Filarmónica del Cusco”, una pequeña orquesta de
cámara que funcionó de 1910 a 1920 dirigida por Ramón Herrera, pianista
cusqueño formado en el Conservatorio de Milán durante ocho años, i siendo su presidente
(i quizás gestor) nuestro ya conocido José Castro Miranda que también había
estudiado música en París. Un aviso publicitario de abril de 1902 así lo
sugiere: “Presidente de la “Sociedad Filarmónica” y profesor de música en los
colejios -sic- nacionales de Ciencias y Educandas…”
(2).

Paralelo a toda esta gran labor artística i académica, hay otra fase de
Leandro Alviña Miranda que sorprende i es poco conocida: su inquietud social
que luego le llevaría al campo cívico i político, acorde al gran movimiento
indigenista que le tocó vivir que, como sabemos, se inició en nuestra
universidad antoniana con la famosa huelga del 13 de marzo de 1909, donde participó
activamente al interior de la “Generación La Sierra” o sencillamente la gran
“Escuela Cusqueña”. Lo dice Manuel Jesús Aparicio: “…i entre los
“estudiantes” hay un crecido número de olvidados, algunos de ellos son: Leandro
Alviña, Maximiliano Rendón, Mariano Gibaja, Miguel Angel Nieto, Santiago Astete
Chocano…” (4) Dicho sea de paso, ya bachiller en 1908, de inmediato inició
estudios en las facultades de” Jurisprudencia i Ciencias Políticas i
Administrativas” junto a Luis E. Valcárcel i Uriel García. Casi nada.

Así, en medio de tan intensa actividad pública, cultural i artística le
sobrevino la muerte, al parecer, como resultado de un momento crucial que
pasaba en lo “personal” o familiar (un tanto postergado). Lo único que sabíamos
era que se casó el 5 de mayo de 1910 con la señorita Rosario Garzón Agesta; ya
después, gracias a la valiosa información del músico arequipeño Manuel Castro
Basulto, conocimos en 1980 en dicha ciudad a doña Consuelo Alviña Garzón, hija
única, póstuma, de don Leandro. No tenía mayores referencias de su insigne
padre, aunque sí un legítimo orgullo “por todo cuanto le contaban de él, como
usted lo está haciendo…” I en tal contexto, traemos a colación a Carlos
Raygada que resume el caso: “…pero enferma de neumonía, i cuando ya parecía
conjurado el mal, su débil organismo, puesto a prueba en el desorden a que se
había entregado a raíz de cierta crisis sentimental, lo traicionó
violentamente, dando fin a su promisoria existencia.” (6) Ah, i entonces, según
lo escuchamos en reiteradas ocasiones de voces diversas, bajaron a su lecho de
soledad algunos buitres i se llevaron todo cuanto pudieron, también sus composiciones.
En verdad, una existencia azarosa, de intelectual o de artista, según dicen.
A la fecha, desde 1959, acorde a ser el “Alma Mater de la Música
Cusqueña”, el Instituto Superior de Música Público del Cusco
perenniza su nombre en acto de real justicia histórica i cultural:
“Leandro Alviña Miranda”.
NOTAS
(1) Sin embargo, ahora
último, hemos sido advertidos que sí tenía una hermana que ingresó al
monasterio de Santa Catalina en el Cusco, como monja de clausura.
(2) Foto/fax enviado por
Raúl Chaparro Serrano, nieto sobrino de José Castro, sin precisarnos la fuente.
(3) “Música Cusqueña”,
El Comercio, Cusco, 29 de marzo de 1984, p. 2.
(4) Manuel Jesús
Aparicio, “Cuscología i sus orígenes”, Cusco, p. 103.
(5) Luis E. Valcárcel,
“Memorias”, Lima, 1981, p. 236.
(6) Carlos Raygada,
“Guía Musical del Perú”, citado en “Tiempo i espacio”, Instituto Superior de
Música “Leandro Alviña Miranda”, Cusco, 1981, p.23.
VENTANA DE LAS ARTES
OPINION
“LO INDÍGENA” COMO CIRCO EN EL REGRESO DE LA INTERCULTURALIDAD

Exposiciones
KCAURI EN LA MIRADA DEL RETORNO

Por un lado, esto
crea nuevas libertades individuales, pero igualmente dependencias, porque los
medios financieros, los medios de comunicación y la educación no son
suficientes para una existencia completamente nueva. Queda el hecho: La cultura
cambia y también la vida del individuo. Así, hemos resuelto parte de lo que
seguiremos haciendo, nuestras expresiones artísticas no son el resultado de la
improvisación, sino del compromiso con la vida que nos rodea, con los olvidados
de la tierra, con ellos que son la reserva de la tradición cultural del ande,
de ellos también aprendemos a caminar. Como resultado de esta experiencia, se
anuncia que el 16 de este mes se ofrecerá la muestra colectiva en la Sala de
Exposiciones del Museo de Arte Contemporáneo del Cusco, contando con el apoyo
de la oficina de Industrias Culturales de la Dirección Desconcentrada del
Cusco.
Gracias por la información brindada sobre el maestro Leandro. Como complemento, esta pieza ha sido interpretada por numerosas sopranos de coloratura, desde Siwar Q'ente hasta Hatun Killa, siendo esta una de las canciones más representativas de la lírica andina.
ResponderEliminarAdjunto una lista de canciones donde se incluye a esta grandioso fox incaico: https://www.youtube.com/channel/UCFKnKRWHlMhx6vBPskGvtBw/playlists?view=50&sort=dd&shelf_id=5