LOS RELIEVES EN MADERA DE HUMBERTO ALVIZURI

El proceso de su obra: Primero toma los apuntes y fotos de los lugares elegidos, los contempla minuciosamente, retratándolos en su memoria visual; luego, ya en su casa, donde ha instalado su taller de talla, utiliza una calculadora para proporcionar los elementos arquitecturales y los personajes, en realidad hace una obra cercana a las proporciones arquetípicas y sus perspectivas reales. Es decir, se ha introducido en el mundo del bajo relieve, que es una técnica escultórica en la que las figuras emergen y sobresalen del fondo, para obtener tridimensionalidad. Claro, hay distintos relieves, como el relieve hundido, el alto relieve. Lo que Alvizuri hace es el tallado en relieve excavado, que es cuando el bulto no sobresale, se encuentra hundido respecto a la superficie plana. Por eso podemos apreciar los resultados: contrastes de claro oscuros entre la sombra del perfil de la luz. Por eso también indicamos que su obra es de corte limpio, seguro, con efectos logrados por la minuciosidad en las representaciones, que surgen desde esa madera plana donde empieza dibujando.
Manifiesta Humberto Alvizuri, que él no tiene mayores pretensiones, le gusta entretenerse, distraerse, jugar con la madera, es que ese es un elemento esencial del artista que tiene oculto, porque el artista verdadero se entretiene, juega, siente el placer de tallar, de esculpir, y él, talla en silencio con una pasión divina, que lo aproxima a los detalles y a realizar una obra perfecta, como es su anhelo, y si su estado psicológico lo conduce a ello, logra lo que hasta ahora ha realizado: 19 tallas que se exponen en el Museo de la Casa Garcilaso.
Cuenta una anécdota que no la olvida, cuando había tallado el Balcón de Herodes, su hermano lo visitó, vio la obra y se sorprendió, entonces en un acto de sinceridad y emoción, besó las manos de su hermano, lo que lo motivó a seguir trabajando, a seguir tallando otros ángulos de este Cusco maravilloso. Cuenta igualmente que su obra es desconocida para el público, sus admiradores y espectadores sólo son su familia, ellos, que se deleitan con el trabajo del papa abuelo.

VENTANA DE LAS ARTES
¿QUÉ ES EL CUSCO HOY?
Una ciudad invadida, que se ha enmarañado en un cosmopolitismo cada vez más creciente, una ciudad a la que ya no se la respeta, que no cuida lo suyo. Sus patrimonios abandonados (especialmente aquellos que se hallan en los distritos del departamento). Casonas coloniales y republicanas que se caen por la mano y obra de sus propios dueños y que luego se negocia al mejor postor; falsificación de nuevos elementos y construcciones simuladas en pleno centro histórico.
Sus áreas verdes destruidas, sus ríos cancerizados que recorren a vista y paciencia de la indiferencia.
Una ciudad que falsifica sus tradiciones, que estropea sus fiestas tradicionales importantes, hoy, hay cientos de Raymis en todas partes, esto debe prohibirse, porque es una forma de vulgarizar en INTI RAYMI.
Por estas acciones humanas tenemos que decir que el Cusco es una ciudad PROFANADA.
La salvaguardia del patrimonio y de la cultura viva, queda en pocas manos y pocas cabezas, sólo en la de los que quizás somos verdaderamente cusqueños o amantes sinceros y apasionados de esta tierra.
¿Qué hacen los nuevos rostros andinos que han invadido la ciudad?
¿Qué hacen los comerciantes extranjeros que se han ubicado en el centro histórico? ¿Qué leyes los protege? ¿Son ilegales o legales?
¿Qué hacen esas nuevas familias que han invadido los cerros aledaños a Cusco ciudad? Han desfigurado el paisaje, creando nuevas calles y urbanizaciones sin la aplicación de un urbanismo planificado?
El Cusco, no es sólo el centro histórico, es toda la ciudad. Porque fuera del centro, con el símbolo absurdo de “desarrollo y progreso”, crecen las aberraciones arquitectónicas horripilantes y huachafas que contagian a los pueblos de provincias y distritos, de esto hay muchos ejemplos.
¿Y cuál es la actitud del cusqueño contemporáneo?
Al decir de Octavio Paz, somos "pachucos". Sólo cuando hay fiestas y borracheras somos amantes y defensores fervientes de Cusco.
Una ciudad que camina usando las palabras románticas de cusqueñismos chauvinistas, vanagloriándose de su pasado, sin políticas de desarrollo, sin políticas culturales.
Que estas palabras sirvan de reflexión, no son lamentaciones, son realidades que todos debemos estar informados y enterados a plenitud, para actuar y avanzar de un modo distinto y mejor por nuestro Cusco.
GERMÁN BAUSCH
Pablo Ojeda Vizcarra

Maestro vocacional como pocos. Didáctico en sus enseñanzas tanto en el aula como en la conversación amical. Humorista nato con títulos como “Fábulas para un hombre de seis años”, “Poemas para los redonditos (niños)” y su recordado seudónimo de “Pacífico Metralla” con el que colaboró en periódicos y revistas del Cusco, desde la década de 1940 para adelante, derribando murallas del tiempo hasta la primera década de este siglo XXI.
Compartió actividades literarias con los poetas Raúl Brozovich y Luís Calderón Ugarte, entre otros en el grupo Rumi Ñawi (Ojo de Piedra), allá por los años de 1950. Amigo de jóvenes inquietos por la poesía y el teatro en la década de 1970, que conformaban la Agrupación Cultural René Ramírez Lévano y que iniciaron el teatro en la calle. Jóvenes de entonces que hoy se ubican como exponentes de la cultura artística del Cusco: Hugo Contreras Rozas, Rodolfo Rodríguez Yáñez y en Lima Tuky Casafranca, Dino Jiménez y Augusto Casafranca, y ya en el recuerdo póstumo el inolvidable Rubén Bueno Pacheco.
De la extensa y valiosa obra de Germán Bausch, tanto en poesía como en trabajos de didáctica, resalta el famoso personaje humorístico Pepe Limón, creado por Germán Bausch y magistralmente interpretado por Dino Jiménez, preferentemente en la plaza de Armas del Cusco, que es de recuerdo imperecedero para muchos cusqueños.
Y al escribir esta nota, hoy que acabo de recibir la noticia de su muerte física, no siento el crespón de dolor que es natural en estas circunstancias, no, porque lo que toca las fibras de mi sentimiento es la chispa humorística de Germán que deja en mí un hálito de optimismo, como aquella estrofa de uno de sus poemas, que dice: “Estratega en el amor, derribé muchas murallas y no me importa corazón si esta noche tú me fallas”
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